Millonarios y la amargura de perder una final

Millonarios y la amargura de perder una final (opinión)


De las cosas que más duelen cuando se pierde una final es pensar en cuándo volverá a jugarse otra para desquitarse. Estrellarse con la compleja realidad de saber que no es algo tan fácil de darse en un club como Millonarios.

Causa mucha frustración contrastar la amargura de un título perdido con la actualidad de este club azul. Y en ese dolor tan intenso, tan lleno de impotencia, no se visualiza un horizonte claro.

Millonarios FC, como institución histórica del fútbol colombiano, es grande. Engrosa páginas enteras de nuestro balompié profesional, que le valieron amplios reconocimientos y una afición numerosa. Como empresa, su presente no suele orientarse en ese sentido.

Si este equipo correspondiera a su linaje, entonces no habría que esperar 4 años, 5 o 24, como la extensa racha entre 1988 y 2012, para estar cerca de un título. Si Millonarios tuviera un promedio de jugar una final cada año, caer contra Tolima no sería tan difícil de asimilar. Se asume como un bache porque estar en las finales es lindo y como no se pudo esta vez, habrá una nueva oportunidad pronto. Esa sensación de recurrencia en las instancias definitorias es un sello distintivo de los clubes con abolengo e historia. Porque no solo se es grande por la fecha de fundación. Hay que refrendarlo siempre.

Por eso al hincha de Millonarios le duele esta final perdida. Pocos creyeron a principio de año que el equipo estaba diseñado para pelear por el título. Luego, con tantas dificultades encima – que explican también lo sucedido frente al Tolima– como el COVID-19, lesionados, sancionados, la situación de Felipe Román y que un jugador contratado para sumar con fútbol y experiencia (Fredy Guarín) se fuera por sus líos personales… con tantos inconvenientes sorteados este equipo se metió en la gran fiesta.

En la Asamblea General Ordinaria de este año la directiva dejó claro que en este 2021 no se pedía ganar un título. Lo importante es clasificarse a un torneo internacional y vender jugadores. La final de este semestre se ve, bajo esa perspectiva, como una especie de accidente, un lindo acontecimiento que ayuda a la consecución de los objetivos fijados en este periodo.

¿Millonarios puede volver a una final el otro semestre o en un año? Si la dirigencia respondiera al guayabo de la final perdida con un par de anuncios importantes sobre refuerzos de cartel o mejoramiento del plantel (renovaciones, asegurar a Arango, que Uribe firme por más tiempo), bueno, tal vez sí es posible.

Usted y yo sabemos que no es así. Ni siquiera se sospecha. El proyecto de competir con los canteranos ya tiende convertirse en excusa para justificar la austeridad en la inversión. O el argumento de creer que en Colombia no es necesario tener buenos planteles para ser finalista porque los clubes chicos, bajo el sistema actual, compiten por igual. Para un club de bajo presupuesto y corto historial es admisible.

Pero si le dicen Millonarios, Santa Fe, Nacional, América, Junior o Deportivo Cali no es posible adoptar esa filosofía. Por el contrario, hay que sacar canteranos por convicción y reforzar con experiencia y calidad, en honor a la tradición. Finalistas cada año, mínimo. Si no, fracaso.

Y Millonarios, así duela digerirlo, fracasó en el objetivo que dicta su tradición.

Por Jeison Cifuentes (@jeisoncifuentes)
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